jueves, 1 de noviembre de 2007

Hay Dias

Hay días en que la sonrisa aparece fácil en los labios.
Hay otros en que la esperanza crece en el corazón
como la albahaca en almácigos.

Hay días donde a veces la fe va creciendo desde el fondo del camino hacia Dios como una ráfaga fresca de bienaventuranza.
Algunos, en el que el amor es una brisa que empapa la cara, aromatizando nuestras vidas y cubriendo nuestro espíritu con placas de miel y espigas.

Pero hay días, otros, donde el silencio
es como la espera del agua en la sequía,
para recuperar la siembra en peligro,
las flores olvidadas, el fruto seco.

Hay días en que la alegría interrumpe
un instante la morada en mi, y se va.
Quedando con una profunda tristeza,
que es pasajera.
Son los días de los teléfonos mudos,
de ausencia de tu voz,
del deseo postergado...

Son los días donde solo el recuerdo me aplaca la espera.
Es el día en que en mis oraciones vacío mi alma,
para llenarla, después con tus voces, tus ruidos, tu perfume,
tu esencia de mujer-mujer.

Es el día en que me descubro
pensando que tus ojos son casi de cielo
y tu mirada de infinitos,
que tu boca es una fuente que promete cántaros llenos,
que tu piel es casi de transparencia,
y mis dedos recurren a la memoria de su piel.

Es el día en que descubro cuánto de vos está en mi.
Cuanta pertenencia de azahares
y esencias de tu cuerpo quedan dentro de mí,
como una reserva universal de pan para calmar
el hambre de los pobres.

Es el día en que, como de él, me nutro y te tengo.
Hay días en que el amor es justo, el necesario.
Hay días en que el amor no está afuera de mí,
sino dentro de mí.

Entonces buceo en mi espíritu
y lo descubro con nuestras formas
siendo un acto de intimidad y misticismo,
al cual me entrego sin reservas.

Hay días.
Esos días, en que nuestros pensamientos
se entrecruzan y forman ese misterio
que indica la pertenencia,
más allá de nosotros mismos y del mundo.
Hay días, que encuentro a Dios en tu mirada.
Y afirmo la criatura universal.

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